La industria del empaque vive una revolución sin precedentes desde que los bioplásticos fueron introducidos al mercado ante la demanda creciente de productos que fueran más amigables con el medio ambiente al momento de ser desechados cuando su vida útil llegase a su fin. Esto se vuelve imprescindible en condiciones donde el plástico apenas tiene minutos u horas de vida, pues el uso más común para las bolsas hechas con este material es en la transportación de productos perecederos y otros que no requieren un segundo traslado.
Debido a esto, empresas de distintos ramos ofrecen soluciones biodegradables, compostables, reciclables y reutilizables. Con todo y los beneficios inherentes del movimiento ecológico, aún existen resistencias, dudas y confusiones fáciles de evitar por el uso indiscriminado de conceptos al momento de referirnos a lo que puede o no ser ecológico. De manera específica, en los plásticos y objetos desechables colocan leyendas que en teoría avalan condiciones de biodegradación, aunque esto no siempre es el caso y por el contrario, son tretas mercadológicas que poco o nada constituyen cambios de fondo en la elaboración del material.
Así pues, estas cuatro categorías medioambientales tienen propiedades únicas que se comportarán de forma distinta entre ellas:
- Biodegradable: cualquier material basado en este método será degradado por la acción directa de microorganismos presentes en el ambiente (principalmente el suelo y agua). Esto permite su transformación paulatina en alimento para las bacterias, hongos, algas; empero, el tiempo de biodegradación es muy variable. Lo ideal sería un material cuyo rango de biodegradabilidad sea corto en función del tiempo geológico: según organismos certificadores europeos, el material debe desintegrarse en un 90% al paso de seis meses -medio marino, 56 días -agua dulce- y dos años -suelo.
- Compostable: sigue el mismo principio de biodegradación, aunque el método está basado en la combinación de oxígeno y temperaturas elevadas. Al entrar en acción los microorganismos encargados de la descomposición, la composta se crea para utilizarse como abono orgánico. Bajo ambientes controlados (hasta 70 grados centígrados de temperatura y humedad relativa en torno al 60%), es posible obtener cantidades importantes de composta.
- Reciclable: una botella de plástico reciclable puede ser tal mientras tenga la propiedad de convertirse en otra cosa a través de métodos transformadores. Así, la misma botella de plástico puede ser otra nueva o convertirse en instrumentos desechables variados.
- Reutilizable: algo puede reusarse sin eliminar por completo sus propiedades originales cuando destinamos los fines del objeto a otro igual o distinto para el que fue creado. Volviendo al ejemplo de la botella, en vez de mandarla al vertedero más cercano para su transformación podemos ocuparla de nuevo como contenedor de líquidos, o partirla a la mitad y convertirla en embudo.
Lo mismo, lo mismo, pero distinto
No se trata de usar los conceptos como nos venga en gana. Ahora que conoces la diferencia entre cada uno, ocuparás mejor la terminología y distinguirás de mejor manera el tipo de usos que puedes darles. Si aún tienes dudas sobre cada concepto, acércate a un asesor de Grupo Velpak quien tendrá completa disposición para contestar todas tus preguntas.